lunes, 28 de enero de 2013

ECUADOR LIBERTAD DE EXPRESION


Ha aceptado 64 y ha rechazado tres. Pero, nos parece que la libertad de expresión está siendo manipulada por los medios de comunicación, que responden a la vieja y corrompida SIP, a la USAID, a la NED, a Fundamedios y a tantos y tantos membretes que han aparecido y han desaparecido en estos últimos tiempos.

Digo todo esto, porque, igual que sobre la medicina o la jurisprudencia, todos nos sentimos, en un momento dado, en capacidad de hablar. Y lo que decimos y no decimos, está en los medios de comunicación; especialmente en los medios impresos (periódicos, revistas, semanarios, etc.) Pero los únicos que deben hablar y tienen derecho a hablar de medicina o de jurisprudencia (no todos, desde luego) son los médicos y los abogados.

Dice don Perogrullo que en todo hay que comenzar por el principio. La libertad de expresión del pensamiento es un derecho tan viejo como la humanidad. Solo que antaño uno corría inclusive riesgo de muerte si hacía uso de ese derecho.



En definitiva, la libertad de expresión del pensamiento quiere decir, en esencia, que cada quien pueda decir sotto voce o a través de un medio comunicacional, todo lo que piense o lo que crea que es su única verdad. Así por ejemplo, en los mismos Estados Unidos de Norteamérica, hay como ocho estados que todavía aplican la pena de muerte, a pesar de que en el resto, ya no hay.

Solo que hasta hace poco, era prohibido que la gente piense y se exprese como le da la real gana. En este capítulo, pueden decir y mucho, las viejas reglas de la humanidad. No quiero ir muy lejos; pero la Iglesia Católica, apostólica y romana, hasta fines del siglo 18 practicaba en toda “la culta” Europa (y en toda América Latina) lo que se ha dado en llamar la Santa Inquisición ¿Qué era la S.I? Una persona podía ir a la hoguera bárbara si alguien le acusaba de hereje, de impío o de brujo; y no podía demostrar, ante el jurado, que no era tal o cual.

En la mayor parte de los casos, era encontrado culpable y sus bienes pasaban a la Iglesia. Y los jurados estaban integrados por sacerdotes y sus adláteres.

Y ni hablar de los fascistas y el derecho a la libertad de expresión. Solo hay que preguntarles a los judíos (de ayer), o a los comunistas, lo que les pasó por el hecho de pensar distinto. Y hay versiones —no confirmadas pero que van por ese camino— de que el nazismo se está reintroduciendo en los Estados Unidos y en Europa. A pesar de todo lo que se dice (y se hace, para disimular) lo cierto es que los republicanos (y buena parte de los demócratas) se han pasado al nazi-fascismo, al estilo de Mussolini o de Hitler.





¿Qué hacer? Si solo hay que preguntarles a los de Israel (de hoy) y los palestinos. ¿Por qué será que la gran Corte Internacional Penal (que funciona en Europa) no dicta órdenes de detención contra Netanyahu y su ministro de Defensa?

En otras palabras, el derecho a la libertad de expresión del pensamiento existe. Pero, en el mundo entero (que yo sepa) no hay medio de comunicación que lo practique a plenitud. Al contrario, los medios de comunicación —vistos, hablados, impresos y ahora por el internet— son los principales enemigos de la libertad de expresión.

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